El Esfuerzo Por Salvar El Planeta: Intervenciones Psicológicas Que Impulsan La Acción Climática
PERSPECTIVAS
Fiorella Antonia Macchiavello Morales
11/21/20257 min leer


En la lucha contra el cambio climático existe un abismo entre lo que la gente cree y lo que hace. Millones de personas reconocen que el cambio climático es una amenaza grave, pero sus comportamientos cotidianos no siempre reflejan esa preocupación. Este fenómeno —a veces llamado la brecha intención–acción— implica que, aunque alguien crea en la ciencia climática y apoye teóricamente las soluciones, puede evitar tomar acciones concretas, especialmente cuando estas acciones requieren un esfuerzo personal o sacrificio.
Por ejemplo, muchos expresan alarma por el calentamiento global, pero optan por conducir distancias cortas en lugar de caminar, o postergan cambios en su estilo de vida que podrían reducir emisiones. Ante este panorama, la pregunta es inevitable:
¿Cómo motivar a las personas a actuar aun cuando ello exija esfuerzo personal?
Un nuevo estudio publicado en Communications Psychology liderado por Jo Cutler y Luis Sebastian Contreras-Huerta (2025) abordó esta pregunta poniendo a prueba once intervenciones psicológicas diseñadas para impulsar la acción climática. Los resultados revelan qué mensajes pueden convertir la preocupación pasiva en esfuerzo activo por el planeta.


Un experimento global para medir la motivación climática
La prueba central del estudio, la Tarea de Esfuerzo Proambiental (PEET, por sus siglas en inglés), midió cuán dispuestos estaban los participantes a realizar un esfuerzo físico real en beneficio del medio ambiente. Más de 3.000 voluntarios de seis países (Europa, África y Norteamérica) completaron esta tarea en línea.
En la PEET, debían elegir repetidamente entre
una opción «fácil» (descansar, sin esfuerzo) que generaba una pequeña donación
una opción «dura» (hacer esfuerzo físico) que generaba una donación mayor a una causa benéfica.
La novedad es que las causas beneficiarias variaban: en la mitad de las decisiones, la donación iría a un proyecto ambiental (reducir emisiones de CO₂) y, en la otra mitad, a una causa humanitaria no ambiental (aliviar el hambre). Esto permitió medir si las personas están menos dispuestas a esforzarse por el clima que por un bien inmediato.
En el grupo control (sin intervención psicológica) este sesgo apareció con claridad: los participantes se inclinaron significativamente más por ayudar a la causa de hambre que a la climática, pese a que el esfuerzo requerido era el mismo.
En otras palabras, aun cuando ambos actos altruistas implicaban el mismo costo físico, el clima resultó menos motivador que una causa humanitaria directa. El estudio examinó si breves intervenciones podrían cerrar o incluso revertir esta brecha motivacional.
Once intervenciones psicológicas a prueba
La investigación probó 11 intervenciones psicológicas distintas, diseñadas por expertos, para aumentar la motivación proambiental. Cada participante fue asignado al azar a uno de estos «empujones» motivacionales (o a un texto neutro en el grupo control) antes de la tarea. Las intervenciones abarcaron diversos enfoques teóricos, atacando obstáculos mentales conocidos.
Algunas enfatizaron la influencia social: un mensaje presentó la acción climática como esfuerzo colectivo (Normas De Colaboración: «estamos todos juntos en esto»); otro mostró que cada vez más gente está tomando acción climática (Normas Sociales Dinámicas); otro corrigió la idea de que «a nadie le importa» revelando que la mayoría del público sí ve el cambio climático como una emergencia (Ignorancia Pluralista).
Otras estrategias reencuadraron el problema: una presentación lo pintó como amenaza directa al modo de vida nacional, instando a la acción ecológica como deber patriótico (Desafiando La Justificación Del Sistema); otra apeló a valores morales tradicionales de lealtad y autoridad para apoyar las medidas climáticas (Fundamentos Morales Vinculantes). También se acortó la distancia psicológica mostrando impactos locales inmediatos para que el riesgo se sintiera «aquí y ahora» (Distancia Psicológica).
Se exploró la perspectiva temporal: algunos visualizaron a su «yo futuro» pidiendo cuentas desde unas décadas adelante (Continuidad Del Yo Futuro), y otros escribieron una carta a un niño de la próxima generación explicando cómo están protegiendo el planeta (Responsabilidad Intergeneracional).
Hubo intervenciones informativas, como resaltar que 99% de los científicos concuerda en la realidad del calentamiento global (Consenso Científico), o mostrar protestas y políticas climáticas exitosas para inspirar eficacia colectiva (Acción Colectiva Efectiva). Por último, una condición confrontó a los voluntarios con imágenes crudas de desastres naturales para inducir miedo e indignación (Emoción Negativa). Ninguno de estos estímulos mencionaba la tarea de esfuerzo en sí; buscaban influir el estado mental y la motivación general hacia el clima antes de las decisiones.
Resultados: cerrar la brecha con mensajes acertados
Tras la tarea, los investigadores compararon cuán seguido cada grupo eligió «trabajar» por el clima. El panorama fue heterogéneo: solo algunas intervenciones aumentaron significativamente el esfuerzo por la causa ambiental.
En el grupo control se registró la preferencia habitual por la causa de hambre, pero tres intervenciones lograron eliminar esa desventaja del clima. Quienes recibieron el mensaje de Disminución de la Distancia Psicológica, el encuadre patriótico de Justificación del Sistema o la exposición de Emoción Negativa mostraron tanta disposición a esforzarse por el clima como por la causa humanitaria. En otras palabras, esos grupos dejaron de preferir ayudar al hambre por encima del planeta. En términos estadísticos, las probabilidades de elegir esfuerzo pro-clima aumentaron de forma significativa, cerrando la brecha inicial (~13% más ayuda al hambre en control).
La mayoría de las otras ocho intervenciones no produjo cambios conductuales claros. Esto no implica que sean inútiles, sino que, bajo las condiciones del experimento, su efecto fue modesto frente a la variabilidad natural. Resulta revelador que precisamente las intervenciones que acortaron la distancia psicológica o desafiaron la inercia del sistema fueran las más contundentes. Hacer sentir el problema cercano y apelar al orgullo por la propia comunidad empujó a más personas a «remangarse» por el clima, del mismo modo que —aunque de forma más polémica— lo hizo el impacto emocional negativo. Tras leer sobre efectos locales del clima o sobre el deber patriótico de proteger la nación, el clima pasó a ser un objetivo igualmente valioso por el cual esforzarse.


Mecanismos motivacionales: el descuento del esfuerzo (K)
Para explicar por qué ciertos mensajes funcionaron, se modeló la toma de decisiones asumiendo que las donaciones «valen menos» cuanto más esfuerzo exigen. Ese abaratamiento se cuantifica con el parámetro K (uno para clima y otro para hambre):
un K alto indica fuerte aversión al esfuerzo
un K bajo, mayor tolerancia y, por tanto, más motivación.
En el grupo control, K_clima fue mayor que K_hambre, lo que revela una brecha motivacional de base: sin intervención, necesitamos más incentivo para actuar por el clima que por una causa humanitaria equivalente.
El hallazgo clave es que cuatro intervenciones —Distancia Psicológica, Justificación del Sistema, Ignorancia Pluralista y Continuidad del Yo Futuro— redujeron K_clima hasta igualarlo con K_hambre, «aligerando» el coste subjetivo de esforzarse por el planeta.
Otras (p. ej., Consenso Científico, Acción Colectiva, Fundamentos Morales, Normas Sociales) y la Emoción Negativa no modificaron K_clima. Este último caso es ilustrativo: aunque el contenido de miedo aumentó decisiones pro-clima en el momento, no cambió la valorización subyacente de la recompensa ambiental; su efecto fue emocional y transitorio, más urgencia que motivación estable.
En conjunto, las intervenciones exitosas disminuyeron el “peso” psicológico del esfuerzo por el fin climático —el acto de esforzarse se volvió más tolerable y valioso— sin alterar de manera sustantiva la consistencia de las decisiones.
Perspectivas: de la preocupación al esfuerzo
Este estudio pionero ofrece evidencia concreta de que ciertas intervenciones psicológicas pueden traducir la preocupación climática en acciones tangibles. Mensajes que reducen la distancia psicológica o desafían la complacencia del sistema resultan especialmente potentes para derribar barreras de inacción.
Un aspecto esperanzador es que muchas de estas estrategias no requieren enormes recursos, sino creatividad comunicacional: mostrar cómo el cambio climático ya afecta aquí y ahora a la comunidad, enmarcar la sostenibilidad como parte del orgullo nacional o corregir la falsa idea de estar solos en la preocupación. Integradas en campañas más amplias, estas herramientas pueden ayudar a cerrar la brecha entre saber y hacer.
Por supuesto, ningún mensaje por sí solo resolverá la crisis climática. Estas intervenciones deben verse como parte de un esfuerzo integral junto con cambios económicos, tecnológicos y estructurales. Aun así, los hallazgos subrayan que la psicología tiene un rol crucial: puede allanar el camino para que políticas y tecnologías sostenibles sean adoptadas efectivamente. De nada sirve ofrecer transporte eléctrico si la gente no está motivada a dejar su auto; pero si una intervención convierte ese gesto en un acto de orgullo comunitario, la alternativa sostenible se vuelve más probable.
En suma: reducir no solo las emisiones de carbono, sino también las distancias mentales, puede transformar la preocupación pasiva en esfuerzo activo por el planeta. La ciencia psicológica, con rigor y creatividad, está ofreciendo claves para emprender el arduo —y necesario— camino de salvar nuestro hogar común.
Referencia
Cutler, J., Contreras-Huerta, L. S., Todorova, B., Nitschke, J., Michalaki, K., Koppel, L., Gkinopoulos, T., Vogel, T. A., Lamm, C., Västfjäll, D., Tsakiris, M., Apps, M. A. J., & Lockwood, P. L. (2025). Psychological interventions that decrease psychological distance or challenge system justification increase motivation to exert effort to mitigate climate change. Communications Psychology, 3, 148. https://doi.org/10.1038/s44271-025-00332-4.




